sábado, 27 de junio de 2009

EL CONCEPTO DE MOMENTO EN LA PLANIFICACION ESTRATEGICA

El concepto de momento indica instancia, ocasión, circunstancia o coyuntura por la que atraviesa un proceso continuo o “en cadena” que no tiene comienzo ni término definido. El paso del proceso de planificación por un momento determinado es así sólo el dominio transitorio de dicho momento sobre los otros que siempre están presentes. En el caso del proceso de planificación, los momentos se encadenan y cierran circuitos repetitivos para ayudarse mutuamente y culminar cada vez en uno distinto de ellos. Ningún momento es necesariamente primero que otros. Ningún momento cierra o termina el proceso encadenado. Ningún momento comienza y termina en un tiempo preciso.
Ningún momento queda atrás definitivamente y se agota en una sola instancia, sino que vuelve a repetirse para dominar transitoriamente varias veces más en el futuro.
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viernes, 26 de junio de 2009

Carlos Matus: las causas del descrédito de la política en América Latina


Video de Carlos Matus en el cual explica lo que él entiende como las cinco causas del descrédito de la Política en los países de América Latina
Sobre la capacidad de gobierno…
La capacidad de gobierno, es una capacidad de liderazgo, ponderada por la experiencia y los conocimientos en Cien­cias y Técnicas de Gobierno. Es una capacidad de conducción o dirección que se acumula en la persona del líder, en su equipo de gobierno y en la organización que dirige. Se basa en el acervo de técnicas, métodos, destrezas y habilidades de un actor y su equipo de gobierno requeridas para conducir el proceso social, dadas la gobernabilidad del sistema y el compromiso del proyecto de go­bierno. Capacidad de gobierno es sinónimo de pericia para realizar un proyecto. (Carlos Matus, Los Tres Cinturones del Gobierno)
Sobre la política...
“…Las dirigencias políticas no reconocen su baja capacidad de gobierno y no aciertan sobre las causas de su desprestigio. Lo atribuyen exclusivamente al proyecto de gobierno y a la gobernabilidad. Y, a veces, más simplemente, a las deficiencias de comunicación…” ”…Nadie apunta a la capacidad de gobierno como la causa principal del deterioro de la política. Todos se autocalifican de capaces, porque no saben que no saben…”
Sobre la Planificación...
“Planificar significa pensar antes de actuar, pensar con método, de manera sistemática; explicar posibilidades y analizar sus ventajas y desventajas, proponerse objetivos, proyectarse hacia el futuro, porque lo que puede o no ocurrir mañana decide si mis acciones de hoy son eficaces o ineficaces. La planificación es la herramienta para pensar y crear el futuro. Aporta la visión que traspasa la curva del camino y limita con la tierra virgen aun no transitada y conquistada por el hombre, y con esa vista larga da soporte a las decisiones de cada día, con los pies en el presente y el ojo en el futuro.”
Fuente: http://www.cigob.org.ar/Leer más...

lunes, 1 de junio de 2009

La experiencia de Mondragón, la cooperativa de trabajadores más grande del mundo

Por Michael R. Krätke
¿Conocen ustedes la Ley de Oppenheimer? Afirma lo siguiente: a largo plazo, las cooperativas autogestionadas quiebran o se transforman en empresas capitalistas normales y corrientes. La ley fue formulada luego de la experiencia de la primera Gran Depresión a fines de los años veinte, cuando las cooperativas se fueron a pique una tras otra.
Uno de los experimentos cooperativos más exitosos de todos los tiempos se puede ver en el País Vasco, a unos 50 Km de Bilbao. La Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) es la mayor cooperativa del mundo (con 103.000 empleados, 84.000 de los cuales son cooperativistas), la séptima empresa más grande de España y, con diferencia, la más importante del País Vasco. Desde comienzos de 1955 –todavía bajo Franco— la cooperativa ha atravesado y sobrevivido a muchas crisis. Y también resistirá a la presente crisis mundial, desmintiendo una vez más a la Ley de Oppenheimer. Idea rectora de Mondragón: cualquiera que comparta los principios de la cooperativa y disponga de la calificación necesaria, puede entrar a formar parte de ella. No todos los trabajadores deben ser cooperativistas, pero todos los que tienen participaciones en el capital, tienen también que trabajar en alguna de las 88 unidades de la cooperativa.
Banco propio
Los miembros de la cooperativa tienen en Mondragón derechos de sufragio iguales y plenos, tanto en la unidad en que trabajan, como en el conjunto de la empresa. Tienen silla y voz asegurados en el Congreso de la cooperativa, que es casi la última instancia. Al menos una vez al año tiene que haber una asamblea principal en cada una de las unidades. Al mismo tiempo, todos los cooperativistas pueden ser elegidos para un cargo en la Comisión Permanente y en el Consejo General. También pueden ser destituidos, pues esta asociación no concibe el poder incontrolable.
Las asambleas principales de las distintas unidades de negocios son ahora el sitio en el que se delibera sobre estrategias de crisis. La recesión en España no deja tampoco intacto a Mondragón, pero la supervivencia está asegurada, en la medida en que, precisamente, aquí no se hace lo que en las empresas capitalistas normales se considera racional hacer en tiempos de crisis: despedir, ahorrar, trasladarse, clausurar plantas. Pues, en lo grande como en lo pequeño, las cooperativas constituyen una comunidad de solidaridad, emplean sus beneficios para fortalecer a sus distintas unidades y al conjunto de la empresa. Por eso en tiempos de crisis se mantienen los puestos de trabajo, y se considera como el mayor bien la calificación que han logrado sus miembros, una calificación que no se trata del modo simple con que suele tratarse en la economía despilfarradora del capitalismo cotidiano.
Bajo el techo de Mondragón Corporación Cooperativa se albergan un fondo de solidaridad y un banco propio, la Caja Laboral, además de un seguro social, diversas escuelas profesionales y una universidad. Los actuales estatutos disponen que cada una de las cooperativas de la corporación reserve un 20% de sus beneficios netos para la respectiva asociación de ramas. El 10% va a un fondo de inversiones común de Mondragón, un 2% al fondo de formación y otro 2% al fondo de solidaridad. De la partida restante, un 10% va al fondo social, un 45% de los beneficios van a parar a las reservas de la cooperativa. Lo restante puede ingresar en las cuentas de capital de los cooperativistas, pero no pagado de manera individual mientras se sea miembro de la cooperativa.
Como dicho, desde el comienzo rigió el principio de no despedir a nadie; aunque se puede trasladar a los miembros de una unidad a otra para evitar la subocupación. Cuando se pierden puestos de trabajo en algún sitio, la cooperativa entera debe procurar que los cooperativistas "liberados" puedan trabajar en otra unidad. Al contrario de la práctica habitual, las unidades en crisis que sufren la presión de la concurrencia internacional no son cerradas, sino reestructuradas para que puedan sobreponerse a la situación. De modo, pues, que Mondragón, como máquina generadora de puestos de trabajo, es un éxito total (también sus sociedades filiales en el extranjero). En España, el desempleo actual se halla muy por encima del diez por ciento. En el País Vasco –también gracias a Mondragón— se halla por debajo del 4%.
Comparado con lo que resulta habitual en el capitalismo realmente existente de nuestros días, los cooperativistas se remuneran con salarios asombrosamente igualitarios, conforme al principio: "igual salario para igual trabajo" para hombres y mujeres (en Alemania, estamos muy lejos de eso). Hay una dispersión salarial, sobre cuyo alcance se discute y se decide públicamente. Al comienzo, la dispersión salarial –la relación entre los salarios más bajo y los más altos— estaba limitada a 1 : 3, llegando en casos excepcionales y temporalmente limitados a 1 : 4,5. En los 90 la relación se llevó a 1 : 6, y en casos excepcionales, a 1 : 8. Aun así, empero, los salarios más bajos en las cooperativas son visiblemente más altos que los salarios por trabajos comparables en empresas privadas capitalistas. En cambio, los trabajadores más calificados, encargados de los trabajos más difíciles, ingresan entre un 20% y un 40% menos que lo habitual en trabajos comparables en la llamada economía "libre".
No obstante, no hay escasez de gentes preparadas y capaces para funciones directivas, sin necesidad de dispersiones de ingreso exorbitantes, como la de la Deutsche Bank: 1 : 400. Muy ilustrativa resulta la comparación entre un "directivo" como Josef Ackermann y Jesús Catania, el director general de MCC. De los modestos ingresos de este último se partiría de risa el primero. Mientras que el ejecutivo vasco y su equipo, con ayuda del banco de la cooperativa, han creado unos 10.000 puestos de trabajo, han fundado toda una serie de empresas de nueva planta y han logrado salvar de la quiebra, absorbiéndolas, al menos a otra docena, el jefe bancario alemán se ha lucido como aniquilador de puestos de trabajo y de capital, destruyendo al menos el doble de lo que en el mismo período han construido los cooperativistas de MCC.
12.000 euros para empezar
Obviamente, existen también en Mondragón trabajadores que no son cooperativistas. La mayoría son empleados con contrato a término, que nunca deben representar más del 10% del personal. En todas las cooperativas rige la regla de que cualquier trabajador, también quien está con contrato a término, tiene abierta la posibilidad de convertirse, en el plazo de dos años, en miembro de pleno derecho de la cooperativa, tras un tiempo de prueba de seis meses y una aportación personal de 12.000 euros. Para la financiación de esta última, el banco mismo de la cooperativa, la Caja Laboral, ofrece créditos ventajosos. El 20% del depósito va a la cooperativa, mientras que el resto, 9.600 euros, entra a formar parte del capital de depósito como socio, el cual se remunera con intereses (actualmente, un 7,5% anual). El stock de capital crece cada año con las participaciones en los beneficios que se otorgan a los socios (salvo que encoja a causa de pérdidas).
Lo que ha venido bloqueando hasta ahora la formación de cooperativas en el espacio de la Unión Europea es una legislación fiscal y social que no favorece a este tipo de entidades económicas, sino que, claramente, las perjudica en relación con otras empresas. Y eso vale, curiosamente, también para China, país en donde Mondragón tiene que actuar por la vía rodeada de las joint ventures o empresas conjuntas.
En Alemania, muchos expertos siguen afirmando impertérritamente que la democracia no tiene cabida en la vida económica, y que jamás podría funcionar. Al estilo de Oscar Wilde: el socialismo está condenado al fracaso, porque necesita demasiadas asambleas. Pero los cooperativistas españoles han demostrado que esto es un sinsentido. A pesar de –o mejor dicho, gracias a— sus estructuras democráticas, las cooperativas de trabajadores despilfarran menos tiempo, menos dinero y menos energía con reuniones sobreras, superfluos viajes de negocios y desapoderadas remuneraciones a sus ejecutivos, que las empresas privadas que les son comparables. Son más eficientes, más innovadoras, más ecológicas; pueden planificar a largo plazo, también en las actuales condiciones de concurrencia en el mercado mundial.
Michael R. Krätke, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido.
Traducción para
www.sinpermiso.info: Amaranta Süss
Fuente: sinpermiso
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Democracia y ciudad

Por Marcelo Corti
La lectura del reciente trabajo de Raúl Fernández Wagner sobre
Democracia y ciudad en la Argentina resulta de especial interés en vísperas de las elecciones legislativas del próximo 28 de junio. En medio de discusiones (muchas veces bizantinas) sobre “modelos” y “valores republicanos”, el libro de la Colección “25 años, 25 libros” sintetiza con eficacia las contradicciones y las deudas del período inaugurado en 1983.
Días atrás recibí este poema-oración atribuido al Padre Carlos Mugica (asesinado hace 35 años); más allá de mi resquemor laicista por las apelaciones religiosas, creo que el texto del cura villero sigue siendo vigente, porque lo son esas contradicciones y esas deudas:
Meditacion en la villa
Señor perdóname por haberme acostumbrado
a ver los chicos, que parecen tenerocho años y tienen trece.

Señor, perdóname por haberme acostumbrado

a chapotear por el barro:yo me puedo ir, ellos no.

Señor, perdóname por no haber aprendido a soportarel olor de las aguas servidas,de las que puedo prescindir y ellos no.

Señor, perdóname por encender la luzy olvidarmede que ellos no pueden hacerlo.

Señor, yo puedo hacer huelga de hambrey ellos no; porque nadie hacehuelga con su hambre.

Señor, perdóname por decirles“no solo de pan vive el hombre”y no luchar con todo para queellos rescaten su pan.

Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí.

Ayúdame.

Señor, sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.

Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz.

Ayúdame.
(CM)
Al decir de Fernández Wagner, existen dos ciudades en la Argentina : una alineada a los estándares internacionales de consumo y estilos de vida, otra producida sin planificación, “peligrosa”, donde no hay derechos. “Lo nuevo es que ambas ciudades están estrechamente imbricadas y ambas lógicas disputan el mismo espacio. El Estado es responsable de haber desarrollado dos formas de gestión de la ciudad”, sostiene y concluye: “Entre ambos modos de gestión emerge la demanda imperiosa de una mediación, en la que se juega el sentido mismo de la democracia”. El desafío no consiste, como se ha planteado con frivolidad, en “rescatar a los pobres del clientelismo”, sino en liberarlos de su pobreza (del clientelismo ya se rescatarán por su cuenta cuando dejen de ser pobres).
En su libro, Raúl Fernández Wagner plantea tres dimensiones de análisis para su objeto de estudio: las características del proceso de urbanización popular, las políticas públicas desarrolladas en las ciudades argentinas (y por supuesto, las no desarrolladas…) y los aspectos sociales y económicos vinculados al rol de las ciudades, la economía doméstica y el mercado del suelo. Estas dimensiones de análisis se utilizan a su vez para tres períodos diferenciados claramente en el cuarto de siglo trascurrido desde 1983: la transición democrática del gobierno de Raúl Alfonsín, el experimento neoliberal del menemismo en “los noventa” y la crisis y post-crisis del 2001/02 a las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner.
Pero para encuadrar su análisis, Fernández Wagner debe paradójicamente “salirse del cuadro”. Comienza así su análisis con la descripción de las políticas urbanas y territoriales de la dictadura ’76-’83 y las transformaciones que éstas implicaron sobre la Argentina , tal como ésta había evolucionado a lo largo del siglo XX. Era esta una sociedad tempranamente urbanizada (Fernández Wagner lo atribuye a la organización territorial del modelo agroexportador y a la también temprana tecnificación rural asociada al mismo) y que “paradójicamente se alimentaba de prácticas autoritarias y antidemocráticas pero al mismo tiempo sostenía un Estado más creíble y con autoridad para definir las políticas territoriales”.
La dictadura que comenzó en 1976 instauró restricciones que aun persisten sobre el derecho de uso y apropiación de la ciudad. En la matriz ideológica de sus políticas territoriales confluyen, según el autor, la teoría desarrollista de los polos de crecimiento, de Perroux y Boudeville, y la concepción autoritaria y tecnocrática, fuera funcionalista u organicista, de la planificación urbana, por entonces ya desechada en los países europeos en los que se había llevado a la práctica especialmente en la reconstrucción de post-guerra (quizás deberían mencionarse también las consecuencias territoriales de las hipótesis de conflicto con los países vecinos). Algunas de las principales acciones de esta dictadura tienen su origen en proyectos anteriores a la misma, como el de la nueva ciudad de Federación para realojar a los habitantes de la antigua ciudad tras la construcción de la represa de Salto Grande, o la sanción del Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires y la construcción de autopistas siguiendo los esquemas del Plan Regulador de 1962. Otros proyectos son más específicos del período, como el malogrado Ensanche del Area Central de Buenos Aires (hoy, Reserva Ecológica) o el plan de rellenos sanitarios del Cinturón Ecológico (con la creación del CEAMSE).
Y habrá también un conjunto de políticas y acciones estructurales, específicamente “el modo en que el Estado operará sobre las relaciones de apropiación y uso del suelo urbano, sobre la relación entre población, parque habitacional construido y terrenos posibles de ser habitados”. Por ejemplo, la política de alquileres urbanos y la ola de desalojos que esta indujo, la expulsión de los pobres llevada a cabo por la política de erradicación de villas, el Decreto Ley 8912 en la Provincia de Buenos Aires y, en especial, la política económica y financiera del ministro Martínez de Hoz, con la liberación de la tasa de interés y la virtual desaparición del crédito para la vivienda de los sectores medios. En esta misma etapa comienzan a producirse los asentamientos populares en terrenos ocupados de la periferia metropolitana de Buenos Aires (producto de las nuevas condiciones normativas, económicas y sociales) y se modifica la ley del Fondo Nacional de la Vivienda, FONAVI, un mecanismo centralizado y muy amigable a los lobbies corporativos, con el cual se construyeron grandes conjuntos de vivienda pabellonaria en todo el país.
Para el retorno a la democracia en los ‘80, Fernández Wagner presenta un panorama marcado por la agenda heredada de la dictadura, tanto en la continuidad de las discusiones sobre arquitectura de autor y la construcción de grandes conjuntos FONAVI (que modificaron sensiblemente la estructura y el paisaje urbano de las principales ciudades del interior) entre los actores más influyentes de las disciplinas urbanísticas, como en la presión originada por las tomas de tierras en el Gran Buenos Aires y el deterioro de las condiciones de acceso a la vivienda. Es en esta época en la que se desarrollan las primeras políticas de regularización de la tenencia de tierras para sectores arrastrados a la informalidad urbana. Al mismo tiempo, se recuperaba la autonomía universitaria, resurgieron los estudios e investigaciones sobre cuestiones urbanas en los organismos académicos y científicos, y se creaba la Comisión Nacional del Area Metropolitana de Buenos Aires, CONAMBA, como un espacio de convergencia de autoridades de distintos niveles del Estado (luego reducida a una repartición exclusiva del ejecutivo nacional).
El proyecto de traslado de la Capital a Viedma y Patagones, impulsado por Raúl Alfonsín, encuentra según el autor sus antecedentes en las concepciones geopolíticas de Juan Roccatagliata y Gulillermo Terrera, que consideran concentrado y desequilibrado el sistema urbano argentino. El proyecto se ve gravemente afectado por las crisis económicas que ocasionaron el fracaso del Plan Austral y la hiperinflación de 1989. Otro mecanismo de redistribución territorial fue el implementado por los regímenes de promoción industrial en las postergadas provincias andinas.
En estos años ’80 se agota la vigencia del modelo de planificación tradicional, tecnocrático-autoritario; Fernandez Wagner identifica dos tendencias que vinieron a disputarse el campo disciplinar: “la que intentaba abordar la problemática urbana a partir de los actores y la presencia del conflicto”, la planificación participativa y la concertación de intereses, y el postmodernismo centrado en el diseño urbano, “con una estética neohistoricista, ecléctica y muy efímera”.
Los años de Menem, identificados en el imaginario social y la fraseología política como “los noventa”, trajeron “profundas transformaciones para las ciudades y las condiciones de vida en la Argentina ”, con “un Estado que deja de liderar el desarrollo para pasar a ser facilitador del mercado”. La convertibilidad, el dólar barato, la privatización de los servicios públicos y la subvaluación de los mercados del suelo por las crisis inflacionarias, generaron grandes oportunidades de negocios que aprovecharon empresas como IRSA, en un marco de desconfianza en la planificación y abordaje fragmentario de los problemas territoriales, por “piezas”. Si en Puerto Madero, a pesar de generar “rentas extraordinarias a los privados, la calidad del espacio público y el diseño urbano contribuyeron a cumplir el objetivo de reforzar la centralidad, cuando algunos desarrollos privados hacían temer un debilitamiento del centro histórico de Buenos Aires y una tendencia al desplazamiento de funciones hacia el norte”, en general las políticas urbanas del período “tuvieron un sesgo de boom de negocios asociados a las oportunidades de transferencia de rentas urbanas”.
Shoppings y countries sobre una renovada red de autopistas son las referencias urbanas del menemismo; estas transformaciones están marcadas por el paso de los patrones urbanos europeos a los de la sub-urbanización estadounidense, y por procesos de fragmentación urbana y segregación social y espacial. En ese contexto, la nueva identidad de los sectores populares ya no está definida por la adscripción sindical (los trabajadores ahora están desocupados o precarizados) sino por su representación territorial en el barrio. Es este el origen de organizaciones como la Federación de Tierra y Vivienda, la Corriente Clasista Combativa o Barrios de Pie, y es también el de políticas de regularización como el Programa Arraigo o la Ley 24.146 (“ley Pierri”).
Otras políticas urbanas o de consecuencias territoriales que se desplegaron en el período fueron tan diversas y con relaciones tan complejas con el modelo político neoconservador como el auge de la planificación estratégica, con pico en los planes de Córdoba y Rosario (fuertemente orientados a la descentralización y a la redefinición del rol económico de las ciudades), la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, el Fondo del Conurbano Bonaerense y la privatización del Banco Hipotecario Nacional. La herencia del período se expresa en el deterioro del parque habitacional de la clase media empobrecida y los grandes conjuntos de vivienda estatal, el recrudecimiento de las inequidades y dificultades en el acceso al suelo y la consiguiente aparición de nuevas modalidades de informalidad urbana, como los loteos piratas, las microvillas y las ocupaciones de lotes individuales.
La salida de la crisis de 2001-2002 tiene según Fernández Wagner “elementos muy positivos pero también conlleva algunas características políticas y sociales muy complejas. Por una parte, la pobreza no se reduce; por otra, la calidad de las instituciones del Estado y el funcionamiento de los partidos políticos es aún precario”. Los distintos auges que explican la reactivación económica (el boom de la soja, el turismo internacional, la recomposición de las condiciones para la producción) motivan también que se disparen los mercados inmobiliarios en todas las ciudades “revalorizando el suelo urbano y también el rural en forma espectacular”.
La gran deuda de “los años K” (y del cuarto de siglo trascurrido en democracia) es sin duda la nula producción de suelo urbano y ciudad para los sectores medios y medios bajos, que el autor contrapone a la urbanización realizada entre 1950 y 1980. La lucha territorial de los excluidos tiene manifestaciones mucho más radicales y los pobres urbanos sufren una constante estigmatización originada ya sea por motivos políticos (“son los piqueteros”) como por la criminalización originada en la “inseguridad”: ahora son también los “pobres peligrosos”. Al mismo tiempo, se incrementan los conflictos por el acceso al suelo urbano, y como contrapartida, la judicialización de estas reivindicaciones.
La política de construcción masiva de viviendas sociales es un paliativo pero no un remedio a esta situación: para el autor, “sin un marco de política urbana y de suelos, la construcción de viviendas no solo no resolverá el problema de fondo sino que lo agravará”. “ La gestión Kirchner ”, continúa, “profundiza hasta el extremo dichos abordajes sectoriales sin otras disposiciones de políticas más estructurales sobre las formas de propiedad, sus derechos y obligaciones y sobre el desempeño de los mercados”.
El análisis del período finaliza con la mención a actuales experiencias de planificación, como el Plan Estratégico Territorial, los Lineamientos Estratégicos para la Región Metropolitana de Buenos Aires y el Plan Urbano Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires (aprobado poco después de terminada la redacción del libro, al igual que la reciente Ley de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo de la provincia de Mendoza). Fernández Wagner tiene una visión prudente y moderada respecto a estas instancias de planificación, y les demanda “comprensión de los procesos sociales en el territorio, la generación de instrumentos jurídicos para asegurar los derechos sociales sobre el espacio y dotar de herramientas de ostión a los distintos niveles del Estado, especialmente a los gobiernos locales para una decidida intervención pública en el mercado del suelo”. Reconoce en tanto que “la planificación urbana como disciplina está experimentando una lenta transformación, dado que incorpora la necesidad de la participación como respuesta a la formulación de planes tecnocráticos y autoritarios, y avanza en incluir la relación entre planeamiento y gestión como respuesta a la existencia de planes no ejecutados”.
La ciudad, a lo largo del libro, es presentada como el “escenario donde transcurren los procesos considerados relevantes” más que el resultado de una construcción social del territorio: así es como la entienden, o malentienden, los distintos discursos políticos a lo largo de estos años de democracia. Basta sino con comprobar la inexistencia misma del problema urbano en las campañas electorales de los distintos candidatos y candidatas para las próximas elecciones (sobre este tema, ver la reciente nota de Fabio Quetglas en Clarín). O la escasa comprensión de los mecanismos de formación del precio de la vivienda que demuestran algunas políticas oficiales, como el frustado proyecto de transformar a los inquilinos en propietarios o el lanzamiento de un plan de créditos hipotecarios realizado al entrar esta nota en edición.
Queda entonces la cuestión pendiente de “profundizar, con las herramientas de la democracia, la capacidad de comandar los procesos territoriales, tornándolos más justos e inclusivos y contribuyendo a una distribución más justa de la riqueza que la propia urbanización genera”.
El libro de Fernández Wagner constituye, en esta clave, un texto de enorme utilidad para el estudio del período, para la identificación de esas contradicciones y deudas que mencionamos al principio, y para la comprensión de su origen. La brevedad y claridad didáctica de la obra ayudan a su fácil lectura y a la eficacia de su objetivo de divulgación.
MC
Democracia y ciudad - Procesos y políticas urbanas en las ciudades argentinas (1983-2008), Raúl Fernández Wagner, Biblioteca Nacional y Universidad Nacional de General Sarmiento, Colección 25 años, 25 libros (N. 15); Los Polvorines, Buenos Aires, 2008; 112 páginas de 20 x 14 cm. ISBN 978-987-630-040-7
De Raúl Fernández Wagner, ver también en café de las ciudades:
Número 49 I Política de las ciudades (II) Teoría y política sobre asentamientos informales I Cuestionario a Raúl Fernández Wagner y María Cristina Cravino, en vísperas del Seminario en la UNGS. I Raúl Fernández Wagner y María Cristina Cravino
“Los problemas urbanos no son parte del debate electoral, como si transporte, basura o distribución de la inversión fueran temas menores” sostiene Fabio Quetglas en la nota La ciudad, ausente de la agenda de los candidatos, en Clarín del pasado 27 de mayo.

Fuente: Café de las Ciudades
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La UBA elabora un manual que explica cómo instalar asentamientos

Se editará en octubre, con el nombre de “Manual de urbanización para asentamientos precarios”, y tendrá una tirada de 3 mil ejemplares. Es elaborado por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y cuenta con un subsidio del Ministerio de Educación de la Nación de $ 17.313. Ofrece consejos y herramientas para quienes “están comenzando a asentarse en un terreno y para los que ya están asentados”. Polémica sobre si es una apología de la toma ilegal de tierras.
Por Maria Paz Güemes

Croquis y consejos. El instructivo enseña cómo medir terrenos y planificar la instalación precaria.La problemática habitacional llegó ayer a un punto álgido cuando un chico de 16 años murió en medio de una disputa por terrenos entre vecinos de dos barrios en Lanús. La guerra de pobres contra pobres no encuentra límites y cada vez más gente vive en asentamientos, villas o directamente en la calle. En este marco, la Secretaría de Acción Comunitaria de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) editará en octubre un controvertido libro llamado Manual de urbanización para asentamientos precarios: cómo proyectar, construir y mejorar mi barrio.
Sus creadores son estudiantes de distintas carreras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que decidieron materializar sus experiencias en las villas y asentamientos de la Ciudad y el Conurbano, y mezclarlas con el bagaje académico incorporado durante sus años de estudios. Específicamente realizaron relevamientos en los barrios de Flores, La Matanza y José León Suárez, y en la Villa 31, entre otros.
“Pensamos en este manual para aquellas personas que están comenzando a asentarse en un terreno y para los que ya están asentados y quieren mejorar su barrio”, dice en su introducción.
Los argumentos. Viviana Asrilant, docente responsable del proyecto, explicó a PERFIL: “Trabajamos en diferentes lugares para hacer que el proceso de asentamiento sea el mejor posible. Cuando estaban armando sus terrenos la gente nos pedía que los ayudáramos a medirlos, a ver cuántas casas tenía que haber por manzana o preguntaban cómo hacer para que coincidieran las calles”.
En otro apartado se brindan consejos sobre herramientas para medir un terreno: “El cuenta kilómetros de una moto, una soga haciendo nudos cada un metro, o cada cinco o diez metros en los predios grandes, o vía Internet, a través de un programa que se baja de manera gratuita en la Web llamado Google Earth”. También explican cómo hacer un plano, o diagramar la forma que el barrio adquirirá una vez terminado. “Es importante que definamos la ubicación de los lotes y la forma de las cuadras, de esta manera evitamos la pérdida de terrenos que podríamos usar para viviendas, en pasillos. Planificar la circulación nos hará sentir cómodos en el barrio.”
El proyecto fue financiado por el Ministerio de Educación de la Nación con $ 17.313 en el marco del Programa de Voluntariado Universitario y fue elegido por “su impacto social, y la contribución a fortalecer la propia formación y desempeño profesional de los estudiantes”. El manual tendrá ilustraciones para facilitar la lectura y estiman que, con la subvención estatal, alcanzará para publicar 3 mil ejemplares en blanco y negro que se repartirán en las bibliotecas de los barrios, a modo de material de consulta.
Según datos oficiales, la Argentina presenta un déficit de 2 millones de viviendas. De ese total, el 35% se ubica en la Provincia de Buenos Aires, y en la Ciudad involucra a 300 mil personas que viven en situación de precariedad. Sin embargo, ONGs y otros organismos estatales aseguran que la cifra total ascendería a 4 millones, entre villas, asentamientos y edificios tomados.
Algunos fragmentos del manual fueron publicados en la Web, y despertaron voces críticas que discuten si es correcto que la UBA difunda consejos sobre cómo urbanizar terrenos que no pertenecen a sus habitantes.
Polémica. Para Jorge Rizzo, presidente del Colegio Público de Abogados de Capital Federal, este manual es consecuencia del Estatuto Organizativo de la Ciudad de Buenos Aires que “propicia la ocupación ilegal de viviendas”, ya que en un apartado reconoce “el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado”. Y para ello “auspicia la incorporación de los inmuebles ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral, con criterios de radicación definitiva”. Además, opina en relación con el libro que será editado por la UBA: “Según el Código Penal, los asentamientos son usurpaciones de propiedad privada y facilitarlos no sería, ni más ni menos, que cometer el delito de usurpación”. Una voluntaria del proyecto contrapone: “La gente no tiene como opción ‘tomar o no tomar tierras’, sino que en algún lado tiene que dormir”.
Asrilant agrega: “Esto está muy lejos de ser un manual del okupa, fue hecho con el sentido de brindarle a la gente una herramienta para que tengan un respaldo y no se sientan tan huérfanos frente a los miles de problemas que se les presentan alrededor de su vivienda”.
Pero Rizzo es contundente en su rechazo: “La autogestión sin una ley que regule su ejercicio lleva necesariamente a la violación de la ley vigente. Este manual no sólo no está ayudando a la población sino que la lleva a la comisión de diversos delitos”.
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En Lanús, una toma de tierras terminó a los balazos
La marginalidad de los “sin techo” tuvo ayer un nuevo capítulo. En medio de una pelea que comenzó hace 20 días entre vecinos de dos barrios de Lanús, ayer un adolescente de 16 años murió víctima de dos balazos, y otras cinco personas resultaron heridas. La guerra es entre los vecinos que rechazan la ocupación de un predio fiscal y otros que demandan terrenos para vivir. “Somos negros cartoneros pero somos más honrados que éstos”, dijo uno de los referentes del asentamiento al reclamar castigo para el presunto agresor.
Efectivos de la Policía Bonaerense debieron formar un cordón para separar ambos bandos, y de los dos lados volaron piedras y ladrillos, y hubo varios destrozos. Los vecinos de Villa Giardino señalan a los moradores del asentamiento como responsables de la constante inseguridad que se vive en la zona, mientras que éstos niegan la acusación y se consideran víctimas del racismo de la gente del barrio.
El intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, señaló que los que provocaron los incidentes serían los mismos que habían protagonizado los disturbios el 8 de mayo, cuando también hubo disparos de armas de fuego.
Fuente: Perfil
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